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Explicación del Segundo Nombre

Explicación del Segundo Nombre

Como genealogistas, nos centramos mucho en los apellidos: qué significan, de dónde vienen y cómo podemos usarlos para rastrear nuestras familias a través de la historia. Los nombres de pila también reciben mucha atención, ya que nos ayudan a identificar antepasados particulares.

¿Pero qué hay del segundo nombre, ese nombre escurridizo y a menudo ignorado entre el primero y el último que tienen tantas personas en la cultura occidental? Los nombres de pila tienen sentido: tenemos que ser capaces de llamar la atención de los demás y referirnos a ellos en la conversación. Los apellidos también tienen sentido, especialmente en comunidades más grandes donde puede haber varias personas con el mismo nombre. ¿Pero por qué los segundos nombres? ¿Por qué nuestros padres se molestan en darnos un nombre que casi nunca usamos?

Los segundos nombres aligeran el peso del primer nombre

La clave para entender por qué tenemos segundos nombres es comprender mejor el papel que juegan los primeros nombres en la sociedad.

Sí, los nombres de pila nos dan una forma de referirnos a nosotros mismos y a los demás en la conversación. Pero como cualquier padre que ha tenido que elegir un nombre para su hijo sabe, los nombres de pila son a menudo mucho más que eso. Conllevan un significado que esperamos que tenga importancia en la vida del niño, ya sea un rasgo positivo o un deseo para el futuro del niño. También pueden llevar el legado de un antepasado, un ser querido o un modelo espiritual. En las sociedades cristianas tradicionales, era común que los niños llevaran el nombre de varios santos, porque se creía que el santo protegería a un niño con su nombre.

Parece que la práctica de nombrar a los niños con nombres de santos fue lo que finalmente dio lugar a los segundos nombres. ¿Qué pasa si quieres llamar a tu hija María por el santo, pero también quieres llamarla Isabel por su abuela recientemente fallecida? Puedes ponerle dos nombres en vez de uno.

Los segundos nombres se extendieron por Europa y E.E.U.U.

El historiador Stephen Wilson, autor de The Means of Naming: A Social History, dice que esta práctica probablemente comenzó entre la clase elitista en Italia ya en el 1200, y eventualmente se extendió a España y Francia así como a las clases bajas. En la primera década del siglo XIX, más del 50% de los niños en Francia tenían sólo un nombre de pila, mientras que el 37% tenía también un segundo nombre y el 8% tenía dos segundos nombres (3 nombres de pila en total). A finales del siglo XIX, el número de chicos con un solo nombre era inferior al 33%, mientras que el 46% de los chicos tenía dos nombres de pila y el 23% tenía tres.

Tomó un poco más de tiempo para que la práctica llegara a Inglaterra y Escocia. El historiador británico William Camden escribió en 1605 que tener dos nombres de pila era raro en Inglaterra, y Stephen Wilson escribe que sólo el 10% de la población británica tenía un segundo nombre en 1800. Durante el siglo XIX, los segundos nombres se hicieron mucho más populares en las culturas de Europa Occidental, y las tendencias en los Estados Unidos lo reflejaron.

Cómo se usan los segundos nombres

La idea que prevalece de los segundos nombres en las sociedades anglosajonas es que sólo se usan en documentos legales… o cuando tu madre está muy, muy enfadada contigo. Pero el nombre «extra» no siempre estaba en segundo lugar, y no siempre era ignorado rutinariamente. En las sociedades españolas, por ejemplo, era común nombrar a todas las hijas de alguien como María, pero con diferentes segundos nombres que se usaban en la vida diaria. En otros casos, la gente pudo alternar el uso entre su nombre de pila y su segundo nombre en diferentes momentos de sus vidas.

A veces los segundos nombres eran una tradición familiar o comunitaria: un segundo nombre en particular puede haber sido dado a todos los hijos de una familia, por ejemplo. En una tradición local, un bebé que era el primero en ser bautizado por un nuevo clérigo tomaba su apellido como segundo nombre.

En última instancia, los segundos nombres están ahí para fortalecer los lazos familiares y sociales y expresar los valores y compromisos religiosos de la familia.

¿Cómo nos ayudan los segundos nombres en nuestra labor como genealogistas?

Desde la perspectiva de un genealogista, los segundos nombres son útiles de varias maneras:

  • Pueden ayudarnos a identificar un ancestro mucho más fácilmente. Es más fácil confirmar la identidad de un Juan Eusebio García nacido en 1915 que la de un Juan García nacido en el mismo año.
  • Pueden enseñarnos sobre las relaciones familiares. Cuando miramos el árbol genealógico, podemos ver quién puede haber sido llamado en honor del otro y podemos identificar una tradición de nombres intermedios que nos enseñe sobre un antepasado particularmente querido o legendario.
  • Pueden enseñarnos los valores y creencias religiosas de nuestros antepasados, especialmente cuando sus hijos fueron bautizados con nombres de santos.

A veces puede que ni siquiera sepamos que un antepasado tenía un segundo nombre, ¡y sólo nos enteramos de ello cuando lo encontramos en los registros históricos! Incluso sólo una inicial del segundo nombre puede servir como un paso para identificar a antepasados y descubrir cuál podría haber sido su segundo nombre.

El motor de búsqueda de registros históricos de MyHeritage es lo suficientemente flexible como para detectar los segundos nombres que faltan y ayudarte a descubrir información sobre tus antepasados que quizás no hayas conocido. Compruébalo y busca a tus antepasados, nunca se sabe lo que puedes descubrir.

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